aprile 16, 2016
A Greenwich y de nuevo por el Támesis
¿Qué hay de nuevo, amigos?
He estado en Londres durante toda la semana por asuntos de negocios: dos conferencias, entrevistas, comidas de negocios (como de costumbre). Y como también es costumbre, me las arreglé para visitar un poco el entorno. Tuve la suerte de haber terminado todo el trabajo del día antes en la hora de la comida, dejándome el resto del día libre para actividades recreativas. Así que esa mañana me puse mis vaqueros “inteligentes” de confianza, metí mis zapatillas en una bolsa para cambiarme los zapatos de la oficina y nos fuimos, después del respectivo desayuno inglés, claro J.
Mi trabajo de esta mañana consistía en hacer una presentación en la Cloud Expo Europe. Esta se llevó a cabo en el enorme ExCel, en Londres, que poco después descubrí que no está muy lejos del Támesis, mi río favorito :). Así que, después de la conferencia, mi compañero de viaje A. Sh. y yo nos dirigimos hacia este…
Desde la sala de exhibición son solo 5 minutos hasta el teleférico de Emirates que cruza el Támesis, el mismo que A.B. y yo vimos y que no tuvimos tiempo de visitar la vez anterior. Me alegra tanto que esta semana sí hayamos tenido tiempo para un breve paseo, es increíble. Lo recomiendo mucho, si es que está soleado, como nos tocó a nosotros.
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Después de esa gloriosa instalación aérea, regresamos a tierra (en sentido literal y figurado) para admirar la industria fea y abandonada que se encuentra a lo largo de la orilla del río de camino a Greenwich.
Algunos de los nombres de las calles de este lugar hacen referencia a la industrialización y potencia marítima británica. Por ejemplo: Bllast Quay (lastre del muelle) Crane Street (calle de la Gruya) y Crews Street (calle de la tripulación): no hay duda que fueron nombradas correctamente, hace un par de siglos. Yo siempre había imaginado una parte más débil y oscura de las proezas industriales: marineros borrachos, cucharas grasientas, mujeres fáciles, niños sucios, un terrible olor y todo eso. Supongo que Wasted Crew Street (en español, calle de la tripulación ebria) o Stinky Quay (en español, lastre apestoso) no hubieran dado la imagen de grandeza nacional y prestigiada que se requería.
Regresando a asuntos más positivos… Aquí estamos, en el Observatorio Real de Greenwich (leed un poco de la (muuuy larga) e impresionante historia de este lugar y si estáis en el enlace de Wikipedia, no olvidéis quitaos el sombrero en señal de respeto :).
Las vistas desde el observatorio:
El primer telescopio en el mundo fue construido… ¡en un pozo! Justo aquí:
Los astrónomos estudian los restos del telescopio de 40 pies de William Herschel:
¡Y una visita a Greenwich no sería completa sin una foto del meridiano de Greenwich!
Distintos dispositivos ancestrales para observar a los cielos:
Este equipo para mirar al espacio me recordó a mi reciente viaje a los observatorios de Tenerife, donde las cosas son un poco menos análogas y mucho más digitales :).
Esto me hizo pensar: “La innovación siempre compensa”:
De regreso al siglo XVII, la astronomía británica era construida por investigaciones pioneras que nunca se habían hecho. Pero, tal vez a cambio de esos esfuerzos pioneros, Gran Bretaña inventó la habilidad técnica para determinar la localización en el océano. Eso ayudó a que el Imperio Británico se esparciera a través de los mares cubriendo el mundo entero. Así que, como he dicho, la innovación siempre compensa, en mi humilde opinión. (Vaya, no soy experto en la historia de la navegación marítima, pero, una vez más, me puse a pensar, ¿en realidad las cosas eran así en los tiempos previos a la Revolución Industrial?)
Y con ese dato curioso me despido desde Greenwich. Un vistazo más desde la colina, y de vuelta al Támesis:
Y en mi vuelta a Cutty Sark. ¡Otro Déja vu!...
Después tuvimos otra serie de paseos por el Támesis. Pero eso os lo contaré en el siguiente post…
Todas las fotos de Greenwich están aquí.
¡Nos vemos pronto, amigos!…